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Estos artículos, que no siguen un orden cronológico alguno, sino mas bien irán apareciendo según las apetencias del autor, no pretenden ser tratados de história sino, enseñar o explicar a mi modo de ver las cosas un poco de la épica de los Tercios españoles que sirvió para forjar el gran imperio español, además de reconocer la valía de los llamados descamisados que mantuvieron invicta a España en los campos de batallas durante 160 años.

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jueves, 13 de noviembre de 2014

ALZAR BANDERA

El nuevo Capitán antes de reunir la compañía tenía que alzar bandera, se hacía con una sabana que pintaba a su gusto en colores y formas, eso si debería ir cruzada de esquina a esquina con la cruz de San Andrés en roja, pues rojo era el color de los españoles, la ataba a una pica y buscaba a un soldado veterano de su confianza que quisiera ser su Alférez.

Al enterarse los paisanos de la formación de la nueva compañía se le acercaban al Capitán con la esperanza de poder alistarse, de entre la multitud que se arremolinaba, el Capitán elegía su mandos cabos, sargentos además de tambores y pífanos, les adelantaba una paga y los obligaba a vestirse de forma impecable. Así se dirigían al pueblo señalado en la conduta.

La entrada en la villa asignada era de lo más impactante, tambores y pífanos al frente precediendo al Alférez con la bandera en ristre y flameando tras la cual iba el Capitán a caballo, llegaba hasta el regidor del pueblo, le enseñaba la conduta firmada por el Rey y le pedía que le cediese un edificio público para la recluta. La cosa no se demoraba mucho, pues los mozos se alistaban solo por la brillantez y el porte de soldados tan bien montados. 

A continuación la recluta se hacia en una hoja en blanco donde se apuntaba nombre y apellidos del soldado, rasgos característicos ( color de pelo, cicatrices etc...) y se le entregaba uno o dos escudos, para vestirse y calzarse además de un adelanto para la pica.

La Conduta, la patente

Cuando el Rey necesitaba levantar algún ejercito, para la recluta también necesitaba sus correspondientes capitanes, así pues cualquier soldado que se creyera en posesión de méritos suficientes se dirigía a su general para pedirle licencia y presentarse en la corte para tan alto honor.

Portando sus documentos en un canuto ( tubo de ojalata sellado con cera), que no eran más que certificados de sus anteriores mandos donde se expresaban la recomendación sobre las actitudes en el servicio de dicho soldado, se presentaba ante el consejo de guerra entregándoles dichos documentos.

Tras el estudio por parte del consejo de dichos papeles pasaban a entrevistar al aspirante y si pasaba este tramite el consejo de guerra recomendaba al Rey que lo hiciera capitán. Si el Monarca lo tenia a bien le otorgaba la conduta, que era la orden por escrito por la cual el Rey le permitía levantar una compañía en algún lugar del reino, entonces pasaba a la pagaduría real donde se le daba un abolsa de monedas de oro para que este hiciera frente a las primeras soldadas (vestirlos, armarlos) de los miembros de la nueva compañía

miércoles, 12 de noviembre de 2014

El Motín

Amberes 1576
Mas que el enemigo, que ya es decir, el principal problemas para la corona española en una guerra era los motines de sus propias fuerzas. Los Tercios de forma general, cobraban poco, tarde y mal, esto fue origen de no pocos motines, pero hasta en esto el soldado español de los Tercios era honorable.

Unas veces por falta de capacidad monetaria del Rey y otras por el pillaje de Ingleses y holandeses que saqueaban nuestro barcos cargados de oro para nuestras tropas o la falta de escrúpulos del Rey de Francia que cobraba un tercio del oro que pasaba por sus dominios a modo de peaje, lo cierto que la situación de los Tercios en ocasiones era dantesca, tenemos un ejemplo en el famoso motín de Amberes, los soldados españoles se amotinaron pues la corona les adeudaba 106 mensualidades, pero hasta en esto el tercio tenia un formulismo para amotinarse.

Lo primero que se hacia al plantear un motín era sacar de la guarnición a cualquier mando, así no se le obligaba a elegir entre la lealtad al Rey o a sus hombres y para que su honorabilidad quedara sin tacha, acto seguido se elegía al "Electo"cargo que se le daba generalmente a un soldado con capacidad negociadora que a su vez estaba aconsejado por una comisión de motín también electa. Se reclamaban las partidas adeudadas y se exigía que no hubiese represalias ademas de distintas demandas de índole laboral. El lema del motín era Todo, todo, todo o Todo y en Oro

Si el monto total de lo adeudado era grande el problema estaba servido, pues la corona difícilmente podría hacer frente a esos pagos, en estas circunstancia lo que se hacía era dar la paga de sustento para que fueran viviendo hasta que solucionara el problema monetario.

martes, 11 de noviembre de 2014

Italia, mi Ventura

Disposición de los Tercios sobre suelo italiano.




























El mapa es bastante grande, el que lo solicite se lo mandaré por mail

LAS PLAZAS MUERTAS

El rey a través de sus contadores, veedores y pagadores no proveía de todo los gastos que acarreaba tener una compañía de Tercios sobre el terreno, por lo tanto el capitán ideaba un sistema de ·plazas muertas", esto quería decir que en cada compañía había tres o cuatro soldados virtuales, que no existían, así con la soldada de estos inexistente se pagaban ciertos gastos imprevistos.

Tres o cuatro plazas de este tipo se conideraba que estaba dentro del buen uso militar y no era un abuso sobre las arcas del Rey.

Cuando un veedor llegaba a una compañía para comprobar el número de soldados, el capitán tomaba prestados de otras compañías los soldados correspondientes a esas plazas muertas, así el veedor se corroboraba la realidad de los números y pasaba informe al pagador para que efectuase el pago de las soldadas.

EL DESPOJO

El soldado de los Tercios aparte de su soldada, se enriquecía por el botín, el saqueo, el despojo o los prisioneros.

Durante la batalla el soldado se iba apoderando de armas, ropas, joyas y dinero del enemigo caido, generalmente esta acción estaba mal vista por los jefes, pero no por cuestión de formas, sino porque si el soldado se dedicaba al despojo durante la batalla, abandonaba el combate.

Este menester de despojar al enemigo en muchas ocasiones lo hacia una multitud de pajes, que recorría el campo de batalla tras el escuadrón, rebanando el cuello de los enemigos moribundos y afanando todo, posteriormente buscaban a su señor para entregarles lo rapiñado.

Hay que recordar que en aquella época el soldado entraba en batalla con todo lo que tenía encima, pues no podía dejar sus haberes en ningún otro sitio