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Estos artículos, que no siguen un orden cronológico alguno, sino mas bien irán apareciendo según las apetencias del autor, no pretenden ser tratados de história sino, enseñar o explicar a mi modo de ver las cosas un poco de la épica de los Tercios españoles que sirvió para forjar el gran imperio español, además de reconocer la valía de los llamados descamisados que mantuvieron invicta a España en los campos de batallas durante 160 años.

el autor

lunes, 15 de julio de 2013

–Desa mesma manera le sé yo –dijo el cautivo.

Miguel de Cervantes
Miguel de Cervantes Saavedra, que sirvió en el tercio de don Miguel de Moncada como un simple soldado, también aportó a la poesía sobre estas unidades militares. Se inspiró, tras los hechos que acontecieron su vida, como los años que estuvo alistado en los tercios,  para realizar la obra literaria española más famosa mundialmente, El Quijote. En este fragmento del capítulo 40, donde se prosigue la historia del cautivo, Cervantes se basó en los años que estuvo cautivo en Argel, pero el soneto está basado en los tercios de infantería española:
–Desa mesma manera le sé yo –dijo el cautivo.
–Pues el del fuerte, si mal no me acuerdo –dijo el caballero–, dice así:
Soneto
De entre esta tierra estéril, derribada,
destos terrones por el suelo echados,
las almas santas de tres mil soldados
subieron vivas a mejor morada,
siendo primero, en vano, ejercitada
la fuerza de sus brazos esforzados,
hasta que, al fin, de pocos y cansados,
dieron la vida al filo de la espada.
Y éste es el suelo que continuo ha sido
de mil memorias lamentables lleno
en los pasados siglos y presentes.
Mas no más justas de su duro seno
habrán al claro cielo almas subido,
ni aun él sostuvo cuerpos tan valientes.

“En Flandes se ha puesto el sol”

En este fragmento del poema “En Flandes se ha puesto el sol”, Eduardo Marquina, poeta nacido en 1879 y muerto en 1946, cuenta como una pequeña unidad española de infantería intenta ayudar a los habitantes de una aldea a huir, que está siendo atacada por el enemigo.
 Eduardo Marquina

Capitán y español, no está avezado
a curarse de herida que ha dejado
intacto el corazón dentro del pecho.
Ello, ocurrió de suerte
que a los favores de un azar villano,
pudo llegar el hierro hasta esa mano,
que tuvo siempre en hierros a la muerte.
Y fue que apenas roto
por nuestro esfuerzo el muro,
salieron de la aldea en alboroto
sus gentes, escapándose a seguro.
Niños, mozos y ancianos,
en pelotón revuelto, altas las manos
como a esquivar la muerte, que les llega
envuelta en el fragor de la refriega,
a derramarse van por los caminos
y los campos vecinos…
Y va su frente y clama
que les tengan piedad en tanta ruina,
dando al aire sus tocas, una dama
que pone, ante la turba que la aclama,
la impavidez triunfal de una heroína.
Corriendo a hacer botín de su hermosura,
la rufa soldadesca se amotina,
y en vano ella procura,
en súplicas, en lágrimas deshecha,
acosada y rendida,
entregando su vida
triunfar de la deshonra que la acecha.
Va a sucumbir; pero en el mismo instante,
una mano de hierro abre a empeñones
el cerco jadente
de suizos y walones,
y el capitán ofrece a la hermosura
la hidalga protección de su bravura…
Domeñado y sujeto
queda el tercio a distancia; ella respira:
‘Pasad, señora que por mi os admira
y por mi os tiene España por su respeto’,
dice, y levanta el capitán ardido
la dura mano al fieltro retorcido.
Y en este punto, el hierro de un villano
parte su vena a la indefensa mano.
No se contrae su rostro de granito
ni la villana acción le arranca un grito;
inclina el porte, tiende a la cuitada
la mano ensangrentada
y vuelve a pronunciar: ‘Gracias señores;
que si sólo he querido
a la dama y su honor hacer honores,
ahora, con esta herida, habré podido
ofrecerle en mi mano rojas flores.
Ceremoniosamente
pasó la dama, él inclinó la frente,
y en la diestra leal que le tendía
la sangre a borbotones florecía.

domingo, 3 de marzo de 2013

El Camino Español


Durante los 80 años que duró la guerra en Flandes, entre los siglos XVI y XVII, era necesario enviar tropas desde el norte de Italia a través de corredores militares.
1.La primera ruta.
El itinerario original cruzaba el Franco-Condado, Alsacia, Alemania, Suiza y Lorena, y fue utilizado militarmente por primera vez en 1566 por el duque de Alba, cuando tuvo que trasladar a Flandes el ejército que debía acabar con la rebelión en ese país. La imposibilidad de llegar a él por mar, debido a la hostilidad inglesa, francesa y holandesa, hizo del Camino Español durante muchos años la única vía de aprovisionamiento de los tercios, hasta que Francia, poco a poco, consiguió estrangular también ese acceso vital.
El camino fue una hazaña logística asombrosa para su tiempo y estuvo vigente hasta 1622.
2.La segunda ruta.
En 1622, el duque de Saboya se alió con Francia para impedir el paso de los tercios por su territorio. La hostilidad de Saboya obligó a buscar una segunda ruta que, partiendo de Milán, atravesaba los valles suizos de Engadina y Valtelina hasta Landeck, en el Tirol, y de ahí, bordeando el sur de Alemania, cruzaba el Rin por Breisach, en Alsacia, y alcanzaba los Países Bajos por Lorena.

El Morrión


Morrión, casco emblemático de los Tercios, cuyo nombre lo toma de la palabra española morra (corona en la cabeza) fue empleado principalmente durante los siglos XVI y XVII, coincidiendo temporalmente con la hegemonía militar española y en concreto con los Tercios.
El morrión aunque coexistió con los capacetes y borgoñotas seguramente es una mejora de los primeros, con el añadido del ala ancha y abarquillada así como de la cresta.
La forma de media almendra del morrión, al igual que el capacete, permite que resbalen los golpes verticales y las alas más anchas mejoran la protección de la cara, orejas y cogote. La cresta trabaja de viga, como ocurre con el casco Adrián Francés de la Primera Guerra Mundial también utilizado en nuestra Guerra Civil.
En su interior dispone de una tira de cuero o tela remachada, con las rosetas exteriores que traspasan el casco y sujetan los remaches, y varias correas cruzadas que se apoyaban en la cabeza del soldado para amortiguar la transmisión a la cabeza de posibles golpes y el calor del casco. Un metal al sol alcanza altas temperaturas.
El típico morrión español, como el que aparece en la fotografía, es de una pieza, cresta alta, estilizado, orgulloso y bello. Solían llevar un pavonado y pintado oscuro (tratamiento químico y térmico) para su protección contra el óxido, aunque también los había en metal desnudo, como indican algunos textos: "brillo de acero y relucir de picas, morriones y corseletes.".
Algunas marcas de estas piezas inicialmente se atribuían al fabricante o ciudad donde hubieran sido elaborados, no obstante generalmente correspondían a marcas de las familias nobles que los compraban. Losmorriones de Jefes y Oficiales tenían un canutillo donde poner las 3 plumas características. Los morriones de altos cargos solían llevarrelieves y grabados al ácido.
Los morriones empleados en los Tercios y el Nuevo Mundo provenían tanto de fabricación española, como importada por la Real Armada de Italia, durante la ocupación española de este país y de Alemania, aliado de nuestro Imperio.
Los morriones españoles, al igual que las armaduras y espadas, alcanzaron gran fama en toda Europa en el siglo XVI, debido principalmente a su gran temple y resistencia. Muchos morriones fabricados en España eran enviados a Italia para su decoración. En esta época asistimos al período de esplendor en la fabricación morriones. Se fabricaban gremialmente en ToledoBilbaoTolosaMondragón,Vergara entre otras localidades.
La fabricación de armaduras e indirectamente la de morriones fuedecayendo a partir del siglo XVII, conforme se desarrolló la armería de fuego, lo que originó la importación de estos cascos de otros países de Europa, que también atendían a las exigencias de calidad impuestas por los gremios en la fabricación de las piezas.
Las grandes bancarrotas de finales del siglo XVI y del reinado de Felipe II, el alza de precios estimulado por la llegada de metales americanos, el gran esfuerzo bélico y la ambiciosa política exterior, así como la deuda que generaban los gastos militares ocasionaron a la larga un cierto anquilosamiento de la actividad productiva y el reforzamiento de las importaciones de material bélico. Existen morriones reciclados en España a partir de mitades de morrión y recompuestos en el siglo XVII, cuando comenzó el declive militar español y, en particular, el de los Tercios.
Los morriones fabricados en Alemania, Inglaterra y otros paísessolían ser de 2 piezas, o mitades, con remaches, más fáciles y baratosde fabricar, de menor calidad que el típico morrión español de una pieza producido en forja. Hay que reseñar que este casco de invención española se hizo muy popular en toda Europa, son muy típicos losmorriones alemanes de Nurenberg y Múnich, empelados generalmente por la Guardia Local. Solían ser de dos piezas aunque también los hay de una.
Aun así en el siglo XVII siguieron produciéndose morriones españoles que mantienen y demuestran una asombrosa capacidad de trabajo y conocimientos laborales. Sólo un entendido en forja puede llegar a saber la dificultad de la fabricación de un morrión, trabajo artesanal que exige mucha experiencia y destreza.
En los Tercios esta prenda se usaba como parte del equipo defensivo de piqueros y arcabuceros principalmente, Jefes, Oficiales y soldados, sin embargo los mosqueteros acabaron sustituyéndolo por el típico sombrero o chambergo.
En los Tercios coexistieron distintos tipos de casco, morriones, celadas, borgoñotas, capacetes y capelines. Jefes y Oficiales utilizaban con frecuencia la borgoñota y el morrión. Estaban adornados con 3 plumas,roja, blanca y amarilla para la Guardia Imperial de Carlos V y 3 plumas rojas para el resto de los cuerpos. Integran las Guardias Imperiales la Guardia Española, los Hacheros de Borgoña y los Alabarderos de la Guardia Alemana. Todas las plumas que montaban sus morriones eran de avestruz macho teñida, de 50 a 60 centímetros de largo.
Como dato curioso también en el libro del "Quijote", de Cervantes, el protagonista hace uso de un morrión, que no de una celada, más antigua y difícil de conservar: "pero vio que tenía una gran falta, y era que no tenía celada de encaje, sino morrión simple" (capítulo primero). Cervantes vivió durante los siglos XVI y XVII, bajo los reinados de Felipe II y Felipe III. El Quijote está ambientada en una fecha imprecisa, pero por las referencias históricas que él aparecen puede ser perfectamente una obra ambientada en la época en la que escribía (la primera parte del Quijote aparece publicada en 1605).
morrion No cabe duda de que esta bella y noble prenda de cabeza estará siempre ligada a la historia de España.

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lunes, 18 de febrero de 2013

el descalabro francés, La batalla de Pavía


Francisco I, rey de Francia desde las Navidades de 1.514, había logrado nada más comenzar su reinado, la victoria de Mariñano (1.515).
En 1.519 fue candidato al trono imperial, al que como sabemos, fue elevado Carlos I. Su prestigio quedó mermado y se dio cuenta que Francia podía ser estrangulada por sus fronteras en el sur con España, y en este por el Sacro Imperio Romano Germánico. Recupero parte de su prestigio tras el acuerdo con Enrique VIII de Inglaterra, y aunque en 1.522 sufrió una derrota en Bicoca y el cambio de bando de Carlos, III duque de Borbón, Condestable de Francia, uno de los artífices de la victoria en Mariñano y uno de los hombres más poderosos del reino, se sintió con las suficientes fuerzas para reclamar el ducado de Milán, una de las zonas más ricas de Europa

Las tropas francesas al mando del Señor de Bonnivet, Almirante de Francia, penetraron en Italia, con un ejército de casi 20.000 hombres. 
Bonnivet, era el mejor amigo del Rey, y este tenía en gran estima sus consejos.

Por España combatía Prospero Colonna, que con 9.000 hombres retrocedió inicialmente, mientras recibía refuerzos, 15.000 lansquenetes alemanes y 6.000 más bajo pago del Borbón. Colonna murió y fue sustituido por el Virrey de Nápoles, Carlos de Lannoy. Era de nacimiento italiano, pero de origen español. No estaba bien situado socialmente, pero sus habilidades militares y políticas le situaron en lo más alto del reino de Nápoles y del ejército.

Los imperiales, ya reforzados, dirigieron acciones contra la retaguardia francesa, hostigando sus vías de comunicación con Francia. 
Disensiones en el mando francés, llevaron a la retirada de 13.000 mercenarios suizos, con lo que Bonnivet, se retiró hacia Novara. 
En una escaramuza contra las tropas al mando de Borbón, Bonnivet fue herido y tomó el mando el caballero Bayardo, "el caballero sin tacha", famoso caballero francés, temible y legendario guerrero, con mentalidad, todavía medieval. En una escaramuza, el valiente Bayardo, que cubría la retirada de sus hombres, fue abatido por un certero disparo de un arcabucero español. Curiosa muerte la de alguien, que años atrás, en las campañas del Gran Capitán, había ordenado que fueran ejecutados todos los arcabuceros españoles que fueran hechos prisioneros.

La retirada francesa continuó hasta Briancon, en Abril de 1.524, mientras los imperiales, con los españoles como protagonistas, ocuparon el Piamonte. La primera ofensiva francesa, había fracasado, tanto en dominar el norte de Italia, como en capturar al Borbón.
Se organiza un ejército de unos 12.000 hombres y 26 cañones, que bajo el mando de Borbón y de Pescara, penetran en Francia. Al llegar a Aix-le-Provence, Borbón reclama el título de conde de Provenza e intenta recabar el apoyo de Enrique VIII. Las fuerzas francesas se atrincheran en Marsella, donde 4.000 y otros tantos miembros de la milicia resisten el asedio hispano-imperial. Francisco I se reúne en Lyons con Bonnivet donde se reagrupa y recibe refuerzos, avanzando a continuación hacia Avignon. Los sitiadores intentan tomar la ciudad al asalto pero son rechazados, y ante la disyuntiva de verse atacados por un ejército, ahora superior en número, se repliegan hacia Italia, siendo hostigados por la vanguardia francesa al mando del Condestable de Francia Anne de Montmorency. Francisco I libera Marsella y castiga a los que apoyaron a su enemigo Borbón. Los imperiales se retiran maltrechos a Italia.
Francisco I tiene dos opciones, permanecer en Francia e incluso apoyar los combates, en un frente secundario como el de Bayona, o entrar en Italia, persiguiendo a los exhaustos imperiales. El objetivo final, vuelve a ser Milán, lo que le permitiría recuperar todo lo perdido. Siguiendo el consejo de Bonnivet, Francisco se decide a entrar en Italia.
Los franceses dividieron sus fuerzas en tres columnas para atravesar los Alpes. La vanguardia, bajo el mando de Montmorency, perseguía a los imperiales por la ruta costera, en dirección Génova. El Rey con el grueso bajo el mando de Michel-Antoine, marqués de Saluzzo, reclutaba mercenarios italianos en la zona de Briancon, y una columna central mandada por el mariscal Jacques de Chabannes, señor de la Palice, atravesaba el Col de Larche.
A mediados de Octubre, el Rey se encontraba en Vercelli, a mitad de camino entre Turín y Milán (el objetivo de esta fase).El duque de Turín, tío del Rey, Carlos duque de Saboya, se unió a su sobrino, junto con 14.000 mercenarios suizos. Contaba el rey con 24.000 hombres. El señor de la Palice, con 7.000 infantes franceses y 2.000 caballeros (gendarmes) perseguía de cerca a los menos de 9.000 imperiales (la mayoría españoles) que se habían retirado hasta Alba. La columna al mando de Montmorency, con 5.000 jinetes ligeros italianos y lansquenetes alemanes, intentaban rodear y copar a las fuerzas enemigas.
Pero no era fácil la coordinación de estas fuerzas con los medios de la época. Los imperiales forzaron la marcha y lograron escapar del cerco, lo que hubiera supuesto, posiblemente, el fin de la campaña y de las aspiraciones españolas en la zona. Pescara y Borbón llegaron a Pavía (quedando al mando de la ciudad Leiva), quedando en la ciudad de Alessandria, una guarnición de 2.000 españoles. El mal tiempo ayudó a los imperiales, ya que retrasó la persecución que daban los franceses.

El 26 de Octubre de 1.524 el rey francés entra en Milán. Los imperiales se refugian en Alessandría, Lodi y Pavía. A esta ciudad ponen sitio los franceses. Ante el riesgo de que el ejército, por falta de pagas, se deshaga, los imperiales se ven obligados a avanzar contra el ejército sitiador. 
Los oficiales de Francisco le recomiendan levantar el sitio, para no quedar aprisionado por las fuerzas que defienden la ciudad y aquellos que intentan levantar el sitio, pero confiado de la calidad y del número de sus fuerzas, y conocedor de los problemas monetarios del enemigo, decide mantener la posición.

Pescara llega el 7 de Febrero a Pavía e instala su campamento, próximo al del enemigo. Desde el primer día, se dedican a hostigar, en aquel tipo de guerra, incómodo y tan poco "heroico y noble" que poco gustaba al francés. Así en la noche del 19 al 20, una encamisada en el campo francés causa graves bajas al enemigo, 2.000 hombres y 9 cañones ligeros.


Para el sitio el ejército francés se dividió en tres cuerpos: 
Vanguardia, al mando de La Palice y la Flourance. 
Retaguardia, a las órdenes de Carlos, Duque de Alençon. 
Cuerpo principal, con el Rey.

Los Tercios espanoles. La batalla de Pavia 
Despliegue inicial francés en el sitio de Pavía.


Así quedaron los franceses alrededor de la ciudad, defendida por 9.000 hombres. El principal problema para Leiva era el pago a los mercenarios. Hubo hasta que coger la plata de las iglesias para pagarlos. Pero no era suficiente, así que Leiva pidió a los españoles, no solo combatir sin paga, sino que prestaran el dinero que tuvieran para pagar a los mercenarios alemanes. Y aceptaron, ¡este era el carácter de estos soldados! 
Antes de la llegada de los refuerzos, hubo varias embestidas y escaramuzas contra la ciudad.

En una de ellas, 40 españoles que defendían una pequeña posición en la orilla sur, se defendieron valientemente y los franceses los colgaron por orden de Montmorency. Leyva protestó y el rey, pidió disculpas por el hecho. En una de esas escaramuzas, cayó en poder de la guarnición el estandarte de los guardias reales escoceses, una de las banderas más preciadas del ejército francés.
Según a los autores que se lea, como es habitual, las fuerzas de cada bando aumentan o disminuyen. Entre 35.000 hasta 20.000 hombres, hay todo un margen de cifras. Las cifras para la guarnición de Pavía, van desde 6.000 hasta 11.000, con la mayoría de lansquenetes y en menor número, aunque decisivos, españoles.
Si parece ser que estaban igualados en números totales, con superioridad en caballería pesada y artillería por el lado francés. Al bando francés había pasado la banda de mercenarios "della Bande Nere" y distintas fuerzas de varias ciudades italianas, incluso más de 10.000 hombres pagados por el Papa. Los imperiales habían reclutado lansquenetes, entre otros al famoso Jorge von Frundsberg, señor de Mindelheim, que a pesar de ser luterano, su fidelidad al emperador Carlos era absoluta.
Uno de los mayores problemas para ambos ejércitos era la falta de pólvora, sobre todo para los defensores de Pavía. Se logró introducir un envío, que Leyva, aprovechó para organizar una arriesgada salida contra el campo francés que se cobró numerosas bajas. Leyva se encontraba enfermo y se hacía transportar en una litera para supervisar los combates desde la muralla.

Finalmente, y ante el riesgo de que los mercenarios abandonaran la campaña, los imperiales decidieron atacar el 22 de Febero de 1.525. 
El plan, preveía atacar el ala izquierda francesa, apoyada en el muro del parque.

En el medio del parque, había un edificio, llamado Castillo de Mirabello. Había sido elegido por Francisco I como su cuartel general. Los imperiales decidieron ocupar el castillo, hacer prisionero al rey y enlazando con una fuerza que saliera de Pavía, traspasarles, comida, pólvora y sobre todo dinero para poder mantener la defensa. Preveían que de lograrlo, los franceses deberían levantar el sitio, ya que ellos también comenzaban a notar los efectos del alquiler de tanto mercenario.

Una parte del ejército se mantendría en reserva, mientras una pequeña fuerza haría una maniobra de distracción frente a la Torre del Gallo. 
El problema de introducirse en el parque, era el muro. Esto, hoy en día puede parecer un detalle menor, pero en una época en la que las formaciones eran rígidas y el mantener o no, la formación adecuada podía resultar la causa de la victoria o la derrota, era un asunto trascendental. El que una unidad de lansquenetes, por ejemplo, pica al hombro, manteniendo las filas y las columnas su orden, atravesara el muro por la brecha del tamaño de un hombre, podía llevar horas.

Por lo tanto, desde el día 19, los gastadores españoles (el término proviene de "desgastar" el terreno) realizaron patrullas de reconocimiento, e introduciéndose en el parque, sostuvieron pequeñas escaramuzas. El sitio elegido (aunque no sé conoce con total precisión) estaba al oeste del arroyo Vernavola, alejado del campamento imperial situado enfrente de la torre del Gallo y relativamente cerca del supuesto alojamiento del rey francés.
La fuerza de distracción debería mantener el fuego toda la noche con sus arcabuces y pequeñas piezas de artillería, para mantener entretenidos a los enemigos, justo antes del amanecer cesaría el fuego y 3 cañonazos seguidos en el momento en que saliera el sol, serían la señal para que el valiente Leyva, saliera con sus tropas para enlazar con la fuerza de rescate. Durante la noche, las tropas, se desplazarían hasta las brechas y entrarían en el parque.
A las diez de la noche, las tropas comenzaron la marcha, rodeando el muro por el norte. Se ordenó guardar silencio y para distinguir a las tropas, se les ordenó que portaran sus camisas (algunos lo hicieron con papeles) por encima de sus vestiduras, para ser reconocidos en la oscuridad (encamisada).
En ese momento, los gastadores españoles comenzaron la tarea de demoler el muro. No era una tarea sencilla, medía 5 metros y debían hacerlo en silencio. Se había desechado el uso de la pólvora por tal motivo, por lo que hubo que hacerlo con herramientas. Inmediatamente comenzó el fuego realizado por la unidad encargada de distraer la atención.
Con todo, el movimiento de las tropas fue detectado por una unidad de caballería ligera francesa, encargada de la custodia de la valla en la zona norte. Pero su jefe, Charles Tiercelin, señor de la roca del Maine, debió creer que comenzaba la retirada de la fuerza sitiadora o que se trataba de un redespliegue, pues tan solo alertó a la guarnición de torre del Gallo, pero no tomó ninguna medida más.
Hacía las doce de la noche, las tropas imperiales, al mando del virrey Lannoy llegaron a la altura de los afanados gastadores, que todavía no habían podido terminar la obra, por lo que se ordenó a los soldados que los apoyaran en su trabajo. Cuanto más tardaran, más riesgo corrían de ser descubiertos.

Esto ocurrió hacia las cuatro de la mañana. Las patrullas de caballería alertaron de ruidos a su jefe, Tiercelin, y ahora sí avisó a su rey. 
Hacia las cinco de la mañana, el señor de la Flourence, al mando de 3.000 piqueros suizos y Tiercelin con unos 1.000 jinetes, se dirigían hacia el norte, hacia los ruidos que habían avisado los jinetes.

Poco antes, los gastadores terminaron de abrir las brechas. La primera unidad en el parque, estaba mandada por el marqués del Vasto, según algunos formada por 3.000 arcabuceros y según otros, mitad arcabuceros y mitad piqueros. No es seguro, pero lo más probable es que los arcabuceros fueran españoles. Su misión, capturar al rey francés, en el castillo de Mirabello, pero esto se había trasladado, días antes al campamento, al oeste del parque.
Tras ellos, entran por las brechas unos cuantos cañones ligeros, para apoyar el asalto a Mirabello. A continuación, caballería ligera española e italiana. De este modo, los hombres de del Vasto, las piezas y los jinetes se dirigen hacia el sur y hacia el norte se dirigen los mercenarios suizos y los jinetes franceses. La noche era oscura, limitando la visibilidad a poco más de 100-150 metros.
De repente, ambas unidades de jinetes se encontraron, y comenzó a librarse un duro combate, a corta distancia y entre la oscuridad. Los arcabuceros a las órdenes del Marqués del Vasto, pasaron a 100 metros de los suizos sin ser detectados. Estos, sin saber lo que tenían al frente, se toparon con la batería de cañones ligeros que estaban siendo transportados. Inmediatamente los atacaron y logaron capturar las piezas, las fuentes varían entre 12 a 20. Los artilleros huyeron y a su vez, los franceses comenzaron a disparar con 4 piezas que habían traído, contra los ruidos que provenían de la muralla y contra la melé de caballería.
Francisco I envió a Bonnivet, que llegó con 50 "gendarmes". Se unió a la refriega, logrando rechazar a los jinetes ligeros imperiales, que huyeron hacia los bosques cercanos y hacia las brechas por las que habían entrado. Tras ello, los jinetes de Tiercerlin y los gendarmes, se reagrupan tras las piezas capturadas y las propias y se manda aviso al rey que el asalto al parque ha sido rechazado. Son las 6 de la mañana.
En ese momento se dio la señal para la salida de las fuerzas de Pavía. En las posiciones francesas, habían quedado según algunos historiadores las Bandas Negras de Juan de Medici, según otros, mercenarios suizos. El caso, es que preveían un ataque, desde las posiciones desde las que se les hostigó toda la noche y lo que sufrieron fue un terrible asalto desde la ciudad de Pavía, cogiéndolos por la retaguardia. Los imperiales, con los españoles a la cabeza deshicieron al enemigo.
Mientras, del Vasto, con sus hombres, llegó al castillo de Mirabello, y lo asaltó con rapidez. La pequeña guarnición fue reducida y el castillo tomado. Los historiadores franceses han explicado siempre, que tras el asalto se produjo una orgía de asesinatos y saqueos sobre la enorme cantidad de mercaderes, prostitutas y acompañantes de lo que había sido la corte.
Saqueos debió haber, pero no en la medida que se ha dado a conocer, pues poco después, del Vasto, fue capaz de volver a participar en la batalla con sus tropas. Esta tarea hubiera sido particularmente difícil de realizar, si los soldados se hubieran sumergido en la vorágine del saqueo. Basta recordar uno de los casos más famosos, el del saqueo del rey José I, tras la batalla de Vitoria, donde gran parte de los franceses, entre ellos el hermano de Napoleón, escaparon debido al "retraso" sufrido por los soldados ingleses, al convertirse en una horda deseosa del botín.
Mientras, en las brechas abiertas, Borbón, supervisa el paso de las fuerzas. Los siguientes en entrar en el parque, son los lansquenetes alemanes, la mayoría piqueros reforzados con arcabuceros (españoles e italianos). Son unos 8.000 hombres, al mando de Sittlich y de von Frundsberg.
Los alemanes, formados en dos grandes cuadros, se topan de repente con los piqueros suizos al servicio francés. Los mismos que han pasado al lado de las tropas de del Vasto sin verlos. Hay que hacer notar, que los mejores hombres de los cantones suizos, habían muerto en la batalla de Bicoca (1.522), donde los españoles ganaron esta batalla con tal facilidad, que su nombre, ha pasado al castellano, como sinónimo de algo ganado sin esfuerzo ni dificultad. En esa batalla, comenzó a declinar la fama de los hasta entonces, invencibles piqueros suizos. Los mercenarios que luchaban por Francia, no eran de la calidad que habían tenido sus antecesores. De este modo, los piqueros de ambos ejércitos, se toparon de repente con sus enemigos, y en la oscuridad, comenzó una porfiada lucha entre los piqueros.

Los Tercios espanoles. La batalla de Pavia 
Pavía. Primeros combates

Mientras, más tropas penetraban en el parque, 4.000 españoles y 4.000 alemanes, cubiertos por unos 400 caballeros españoles y jinetes ligeros. Los infantes al mando del Marqués de Pescara y los jinetes, a las órdenes del propio Lannoy. Los imperiales habían logrado superioridad local en el norte del parque, y la posición central de del Vasto, impedía la comunicación entre los distintos cuerpos franceses.
Pero la principal fuerza francesa es la que está con el rey. Más de 900 gendarmes, que junto con sus jinetes de apoyo, dan más de 3000 jinetes junto con infantería alemana y gascona. Las tropas de Pescara, iban cubiertas en su flanco oeste por la caballería ligera española y algunos jinetes pesados italianos. En el campamento francés se habían ya desplegado las tropas.
Una batería francesa (se cree que 12 cañones) comenzó a disparar a los imperiales. Se encontraba en una inmejorable situación, pues al sorprenderles de flanco, los cañones cogieron a las formaciones de enfilada. Los historiadores franceses siempre han aducido que este fuego logró causar muchas bajas a sus enemigos. Las descripciones de cabezas, brazos y piernas volando son bastante descriptivas. Tanto Pescara como Frundsberg siempre negaron este extremo, diciendo que habían sufrido bajas pero no muy extensas. Los lansquenetes y los españoles, eran soldados experimentados, que al recibir el fuego, abrieron distancia, logrando reducir los efectos del fuego.
Una opinión personal mía, es que se intentó "maximizar" los daños de la artillería para dejar en mal lugar, la carga que posteriormente dará Francisco, y aducir que con el fuego se hubiera podido ganar la batalla. La cifra que más se aproxima a la realidad, podría acercarse a las 600 bajas como máximo (posiblemente menos).
Para entonces los jinetes franceses ya se habían equipado (llevaba una media hora el equipar a un caballero y a su montura con todo el metal que solían llevar encima). Se organizó un enorme cuerpo de caballería, en cuatro filas, formada por los gendarmes, archeros (jinetes pesados) y jinetes ligeros, más de 3.600 jinetes. La nobleza francesa no había aprendido la lección de la guerra de los 100 años ni de las campañas de Italia con el Gran Capitán.
Esta gran masa de jinetes se lanzó a la carga contra los jinetes imperiales, unos 2.000 jinetes, italianos y españoles, la mayoría caballería ligera.
El resultado del choque solo podía ser uno, dada sobre todo, la diferencia entre blindajes de unos y otros. Lannoy, al ver lo que se le venía encima exclamó: "No queda más esperanza que Dios".
En unos 5 minutos, la caballería imperial fue rechazada y obligada a retirarse, mientras que los infantes, buscaban cubierta entre los árboles.
Francisco I entusiasmado gritó al Mariscal de Foix: "Ahora si soy el Duque de Milán". Tras lo cual ordenó perseguir a los jinetes en retirada. El rey se veía así mismo como el protagonista de una de las novelas de caballería a las que era aficionado y pensó que había ganado la batalla.
Pero no contaba con la flexibilidad táctica de los españoles.

A la derecha del despliegue (al sur) ha quedado la infantería gascona y los mercenarios alemanes, prestos para apoyar al rey en caso necesario. 
Pero la carga ha separado en exceso a la caballería de la infantería y ahora, Francisco y sus jinetes se encuentran parados por su frente por el bosque en el que se refugian los imperiales y sus caballos se encuentran muy fatigados tras la galopada.

Pescara se hizo cargo de la situación, y mandó mensajes a del Vasto para que regresara hacia el norte y atacara por el flanco derecho a la masa de caballería francesa, ya que la carga se había dada a escasa distancia del castillo de Mirabello. Del mismo modo, avisó a Frundsberg y a Borbón pidiendo refuerzos.

Los Tercios espanoles. La batalla de Pavia 
La carga de los gendarmes franceses con Francisco I.

Frundsberg y Sittlich, llevaban una hora combatiendo contra los suizos y finalmente habían logrado imponerse. Según algunos historiadores, los suizos huyeron y según otros, tan solo se retiraron.
Como fuera, la mitad de los lansquenetes, bajo el mando del propio Frundsberg se dirigieron hacia la zona de la carga francesa. Pescara desplegó mas arcabuceros en el bosque, frente al cual se hallaba detenida y reorganizándose los gendarmes franceses. Según algunas fuentes, el terreno fangoso no ayudó en exceso a los pesados jinetes franceses.
Mientras Borbón, con más lansquenetes alemanes y 100 "lanzas" llegó por el flanco izquierdo francés, así, con Borbón por el norte, Frundsber con sus lansquenetes y los arcabuceros españoles por el este, y del Vasto por el sur, la gendarmería francesa está rodeada por 3 sitios. Con los jinetes sin espacio para maniobrar y separados de su infantería.
Son las ocho de la mañana. Los arcabuceros españoles tomaron el protagonismo de la batalla. Comenzaron a disparar a la masa de caballería, apuntando preferentemente a los caballos, ya que un jinete con armadura, al caer al suelo era víctima fácil de los infantes.
La carnicería fue horrible. Los certeros disparos españoles diezmaron a la nobleza francesa. Los principales señores del reino, rodeaban al rey y comenzaron a caer bajo los disparos: el señor de la Palice, Mariscal de Francia (según las crónicas es descabalgado y al rendirse a un arcabucero español lo mata "encarándole un grueso harguebuse á la coraca"; el bastardo de Saboya, Gran Maestre de Francia; señor de la Tremoille; Galeazzo Sanverino, señor de las caballerizas reales; Bussy dÁmboise; el conde de Tonerre... Los peones españoles y los lansquenetes rematan la carnicería, acercándose y cebándose en los jinetes caídos, inmovilizados por el peso de sus armaduras, apenas pueden defenderse, son muertos y despojados en el saqueo subsiguiente.
Bonnivet, que se siente responsable de lo que está presenciando por haber aconsejado al rey presentar batalla, alza la celada de su casco y se lanza contra un bloque de picas buscando la muerte, que encuentra al ser ensartado.

Los Tercios espanoles. La batalla de Pavia 
Aniquilación de la caballería pesada francesa.

La infantería francesa al mando del duque de Suffolk (exiliado inglés) y de Francisco de Lorena, se lanzan a intentar rescatar a la caballería. Cuentan con 4.000 lansquenetes alemanes (las bandas negras) y 2.000 franceses. Pero se enfrentan al temible von Frundsberg con sus alemanes, que consideran traidores a sus compatriotas que luchan contra el emperador. Comienza una terrible lucha entre los bloques de piqueros en la que no se hacen prisioneros.
Mientras, algunos de los jinetes menos acorazados dan la vuelta y logran huir, mientras la mayoría de los nobles son acribillados a quemarropa por los arcabuceros. El rey se da cuenta de la carnicería y exclama: "Dios mío, ¿qué es esto?". Sin duda era algo más salvaje que las novelas que acostumbraba a leer.
Se defiende bien pero su caballo es derribado, y es el propio Lannoy el que debe protegerle de la furia de los españoles, incluso la escolta del virrey debe matar a algunos de los hispanos que tratan de acabar con el rey prisionero.
Los piqueros al mando de Lorena son derrotados por sus contrapartes imperiales, que logran imponerse en la lucha entre piqueros. En la persecución del enemigo, numerosos franceses y alemanes son muertos y las piezas de artillería tomadas.

Mientras en el otro lado del campo de batalla, los piqueros suizos son perseguidos por los hombres de Sittlich. Los jinetes ligeros, españoles e italianos se unen a la persecución, mientras los jinetes nobles franceses, divididos en pequeños grupos son muertos y despojados de sus pertenencias. 
 

Resultados de la batalla


Los franceses tuvieron unos 10.000 muertos, cifra que sin dejar de ser importante no era excesiva, pero donde si era importante era por la "naturaleza" de esos caídos y de los prisioneros. La nobleza de Francia quedó prisionera y los mejores mercenarios alemanes y suizos muertos.
Con esta victoria, Italia quedó por España y allí se mantendría hasta el siglo XVIII, con los naturales altibajos.
Borbón aconsejó a Carlos V invadir Francia, ya que su rey estaba prisioneros. La alianza con Inglaterra parecía resucitar y Enrique VIII ordenó disparar fuegos artificiales en honor de los imperiales.
Pero como se demostraría a lo largo de la historia, el patriotismo francés recuperó rápidamente las defensas del reino, con la madre del rey a la cabeza. Se recaudó dinero, se pagaron más mercenarios y se aumentaron las defensas. ¿Qué hubiera ocurrido en el caso de una invasión? Difícil saberlo.
Carlos V sabía todo esto y por el motivo que fuera no quiso una invasión: "porque viesen todos que no era mi fin conquistar ni tomar lo ajeno, sino solamente recobrar y conservar lo que era mío propio". Del mismo modo prohibió celebrar la victoria.
Lannoy comentó: "Dios envía a todo hombre en el curso de su vida, un buen otoño; si entonces no cosecha, pierde su oportunidad".
Algún comentario sobre los protagonistas de la batalla:
El Borbón sería nombrado posteriormente general en jefe de los ejércitos imperiales y moriría en el "saco de Roma", en el año 1.527, por un disparo de arcabuz, según dice la leyenda, del escultor Benvenutto Cellini.

Antonio de Leyva. El heroico defensor de Pavía. Contaba con 45 años de edad y había participado ya en 32 batallas y 47 asedios. 
Combatió con el Gran Capitán y Colonna, participó en Ravenna y Bicoca. Su fama era tal que en una ocasión el Emperador Carlos, llegó a desfilar delante de él, con una pica en la mano y diciendo: "Carlos de Gante, soldado del valeroso don Antonio de Leyva". Esto puede parecer intrascendente, pero en la época era un honor increíblemente elevado. Falleció en 1.536 durante la expedición a la Provenza.

Fernando Francisco de Avalos, marqués de Pescara, su puesto preferido era delante de sus hombres, como en Vicenza (1.513), "dexando el cavallo, á pie, con una pica en la mano".

En el cruce de Sessia fue a la cabeza de sus hombres cruzando el rio y llegando a las posiciones enemigas. 
Está considerado como uno de los precursores de las "encamisadas", de la guerra a "disgusto" del enemigo en suma. Falleció en 1.525.

En Pavía participaron cuatro coronelías de españoles. Junto con los mandos imperiales, habían demostrado nuevamente, que ya eran un ejército moderno, que habían dejado atrás las tácticas y el pensamiento militar medieval.
La flexibilidad que demostraron los arcabuceros de Del Vasto, de volver sobre sus pasos para acribillar a los jinetes franceses, la veteranía para abrir filas ante la artillería enemiga y la capacidad de reaccionar ante lo imprevisto, eran una clara muestra de la profesionalidad de estos soldados.
Así se van perfilando ya, las características militares de la nueva escuela militar que dominará Europa durante los próximos años: la escuela militar española.

Con esto doy por terminado la fase previa del nacimiento de los Tercios, lo próximo será ver como se crean las primeras unidades militares con esta denominación. LOS TERCIOS.