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Sargento Mayor con su Porra |
El sargento mayor de cada Tercio dirigía los compases de sus hombres
moviendo un gran garrote, una especie de antecedente de la batuta de orquesta
que recibía el explícito nombre de porra.
Cuando una columna en marcha hacía un
alto prolongado, el sargento mayor hincaba en el suelo el extremo inferior de
su porra distintiva para simbolizar la parada. En su inmediación se establecía
rápidamente la guardia, encargada de custodiar los símbolos más preciados del
Tercio: la bandera y el carro donde se llevaban (cuando había) los caudales.
También quedaban bajo su vigilancia los soldados arrestados, que durante ese
descanso debían permanecer sentados en torno a la porra que el sargento había
clavado al principio. Eso equivalía por tanto a enviar a alguien a la porra
como sinónimo de arrestarle. Esta irónica pero curiosa locución tuvo bastante
éxito, por lo que pasó a engrosar la riqueza léxica del español originando el
actual y despectivo ¡vete a la porra!
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